La Raya Real se hace larga. La noche no encuentra el momento de despedirse y dar paso a un nuevo amanecer en el camino. Luces y sombras aparecen entre los pinos como meros danzantes de un baile nocturno que no cesa. Su lugar es un palacio con suelos de fina arena y el coto, sus suntuosas paredes. El caballo no se lo quiere perder. Una silueta de espuelas aparece sin darnos cuenta. El día volverá. Con ella, sus sombras de arena marcharán hasta encontrar otro camino.
Fotografía: José Javier Comas Rodríguez
2 comentarios:
Primera vez que visito el blog..y creo que voy a tener que repetir. Muy currado.
Un saludo!!
ya lo he dic ho. Merece la pena visitar el blog.
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