No sólo los hombres marcaban las estaciones. No sólo ellos, vestidos de oficio y fruto, los que hacían gastar bisagras de armario. En cualquier callejón un viento de plata o sepia, levanta la falda a la rutina. Hoy son las convocatorias de cultos. Mañana será una luz, otro día el inquieto azahar. Al otro llegará una bocanada cálida. Un botón menos. Palomas por el pecho. Y después el incienso y la condena del pabilo. Y entonces la luna abrirá el tiempo de gracia cuya materia nada tendrá que ver con el tiempo, ya que en realidad nunca envejece ni muere.
Texto: Antonio Cattoni. Sección Cien Palabras, Revista Pasión en Sevilla de ABC. nº 33. Enero.
Fotografía: José Javier Comas Rodríguez
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