Café para dos

Dulce, amargo. El sabor de la vida puede variar su sonido en el mismo sorbo de un café. Dos personas, una mesa. El propio hombre desconoce dónde puede hallarse aquel ser lejano que llaman amor. Quizás tan cercano al tamaño de un sobre de azúcar. Tan lejano al diámetro de un cristalino vaso. El destino dará los límites. Se termina el café. ¡Camarero la cuenta! La vida sigue aunque no sepamos como... 

Dedicado al blog de mi gran amiga Cristina Rodríguez, digno de conocer y elogiar. Visítalo pinchando aquí: http://cristinarodriguezr.blogspot.com/. No dejará indiferente a nadie.

Fotografía: José Javier Comas Rodríguez