Ruedas de madera cansadas de un largo transito que no ve final. La brisa de la marisma revolotea entre los varales y campanitas que dan sonido a un sendero de arena y flor. Una meta no muy lejana ya espera su llegada. En mitad del camino cae la noche. La oscuridad asienta sus garras sobre los tonos naranjas que despiden su visita hasta un próximo mañana. Los cuerpos, agotados, velarán toda la noche. Un nuevo camino espera. Divino anochecer.
Fotografías: José Javier Comas Rodríguez
1 comentario:
Impresionante la fotografía.
Gracias, al archivo!
Un fuerte abrazo.
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