Momento del acto, bajo interpretación de la banda municipal |
Texto: Fernando Carrasco / Javier Macías
La Fundación Cruzcampo acogió una singular presentación del número especial de la revista, acorde con la personalidad de su director
No podía ser una presentación al uso. Sobre todos tratándose de Francisco Robles. Porque «Pasión en Sevilla» es más que una revista. Y eso se demostró ayer en los salones de la Fundación Cruzcampo, cuando se dio a conocer el nuevo hijo, el especial de Semana Santa de una publicación que se ha convertido en referente del mundo cofrade y cuyos contenidos, por la alta calidad literaria y fotográfica que poseen, han traspasado la frontera semanasantera para instalarse en la sociedad en general.
No podía ser una presentación al uso. Sobre todos tratándose de Francisco Robles. Porque «Pasión en Sevilla» es más que una revista. Y eso se demostró ayer en los salones de la Fundación Cruzcampo, cuando se dio a conocer el nuevo hijo, el especial de Semana Santa de una publicación que se ha convertido en referente del mundo cofrade y cuyos contenidos, por la alta calidad literaria y fotográfica que poseen, han traspasado la frontera semanasantera para instalarse en la sociedad en general.
Por eso, precisamente, su director, Francisco Robles, volvió a sorprender a propios y extraños con un acto que no sólo dejó perplejo a más de uno merced, sobre todo, a las geniales interpretaciones de la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla bajo la batuta del también especial Francisco Javier Gutiérrez Juan, sino que sirvió, una vez más, para ratificar que los contenidos relacionados con la Semana Santa no están reñidos con el jazz, la copla e incluso atreverse con la interpretación de una marcha, titulada «¡Una Cruzcampo!», de Antonio Moreno Pozo, para banda sinfónica y botellines de cerveza, algo inaudito y que hizo que los asistentes se levantasen de sus asientos incluso para contemplar tan curiosa e inusual interpretación.
Un acto multitudinario que congregó a numerosas personalidades de distintos ámbitos de la sociedad sevillana. Así, teniendo como anfitriones al presidente de la Fundación Cruzcampo, Julio Cuesta y, por parte de ABC, al director de ABC de Sevilla Álvaro Ybarra Pacheco y al gerente de ABC Andalucía, Álvaro Rodríguez Guitart, estuvieron, entre otros, el delegado diocesano para Hermandades y Cofradías, Manuel Soria Campos; el el presidente del Consejo de Cofradías, Adolfo Arenas Castillo; el presidente de la CEA, Santiago Herrero; el presidente de la Cámara de Comercio, Francisco Herrero; el decano del Colegio de Abogados, José Joaquín Gallardo; el conde de Peñaflor, Luis Manuel Halcón de la Lastra y su esposa, María Luisa Guardiola, presidenta de Andex; hermanos mayores como Luis Torres Palazón (El Amor), José Manuel Díaz (Buen Fin), José Ramón Pineda (Soledad de San Lorenzo), Javier Bonilla (Santa Genoveva), José María Lobo (San Bernardo), Manuel Domínguez del Barco (Estrella), José María Ruiz (Cachorro), Guillermo Mira (San Isidoro), Antonio Piñero (Estudiantes), Jesús Gómez (Los Javieres), Javier Criado (Pasión), José Carretero (La Redención) o Francisco Granados (La Hiniesta). También acudieron, entre otros, los miembros del Foro Cardenal Niño de Guevara, Ernesto Vázquez e Ignacio Montaño; el ex presidente del Consejo de Cofradías, Manuel Román Silva; el ex hermano mayor de la Macarena, Joaquín Sainz de la Maza; los imagineros Antonio Dubé de Luque y Juan Manuel Miñarro; el tallista Manuel Guzmán; el bordador Francisco Carrera Iglesias; el pregonero Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp, o los delegados de día del Consejo Francisco Vélez y Mateo González.
Un acto multitudinario que congregó a numerosas personalidades de distintos ámbitos de la sociedad sevillana. Así, teniendo como anfitriones al presidente de la Fundación Cruzcampo, Julio Cuesta y, por parte de ABC, al director de ABC de Sevilla Álvaro Ybarra Pacheco y al gerente de ABC Andalucía, Álvaro Rodríguez Guitart, estuvieron, entre otros, el delegado diocesano para Hermandades y Cofradías, Manuel Soria Campos; el el presidente del Consejo de Cofradías, Adolfo Arenas Castillo; el presidente de la CEA, Santiago Herrero; el presidente de la Cámara de Comercio, Francisco Herrero; el decano del Colegio de Abogados, José Joaquín Gallardo; el conde de Peñaflor, Luis Manuel Halcón de la Lastra y su esposa, María Luisa Guardiola, presidenta de Andex; hermanos mayores como Luis Torres Palazón (El Amor), José Manuel Díaz (Buen Fin), José Ramón Pineda (Soledad de San Lorenzo), Javier Bonilla (Santa Genoveva), José María Lobo (San Bernardo), Manuel Domínguez del Barco (Estrella), José María Ruiz (Cachorro), Guillermo Mira (San Isidoro), Antonio Piñero (Estudiantes), Jesús Gómez (Los Javieres), Javier Criado (Pasión), José Carretero (La Redención) o Francisco Granados (La Hiniesta). También acudieron, entre otros, los miembros del Foro Cardenal Niño de Guevara, Ernesto Vázquez e Ignacio Montaño; el ex presidente del Consejo de Cofradías, Manuel Román Silva; el ex hermano mayor de la Macarena, Joaquín Sainz de la Maza; los imagineros Antonio Dubé de Luque y Juan Manuel Miñarro; el tallista Manuel Guzmán; el bordador Francisco Carrera Iglesias; el pregonero Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp, o los delegados de día del Consejo Francisco Vélez y Mateo González.
Empero, Francisco Javier Gutiérrez Juan y los componentes de la Banda Sinfónica de Sevilla —una pedazo de formación musical—tenían preparada una sorpresa extraordinaria: una marcha en la que los botellines de la Cruzcampo eran parte fundamental e incluso ellos cantaban. Para grabarla, sobre todo con ese final de «¡Una cruzcampo!» que gritaron todos y fue largamente aplaudida.
Pero no hay que olvidar las marchas procesionales: «Coronación de la Macarena», «La Salvación», el trío de «Soledad» con «Estrella Sublime», y un estreno de música de capilla, «Vera Cruz», cuya partitura le fue entregada al hermano mayor de la corporación del Lunes Santo, Francisco Berjano.
Un suspiro
Pero todo ello no hace olvidar el verdadero y auténtico significado de este número especial de Semana Santa de «Pasión en Sevilla»: mostrar a través de la palabra y las imágenes la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo según Sevilla. Por eso sonó «Suspiros de España» para que Francisco Robles —que al principio de su intervención agradeció a La Caixa su patrocinio en la web pasionensevilla.tv y a la Cruzcampo «por acoger el acto»— englobase todo bajo la mirada del Cachorro —«Un suspiro»—, cuyo rostro sobrecoge en la portada de este número especial: «no hay mejor alegoría de la vida que ese Crucificado con cara de alfar y manos de bronce, ese Cristo forjado en la fragua del tiempo que mira a los cielos imposibles de Triana».
Fue claro el director de la publicación al señalar que «se nos ha ido la Cuaresma y estamos en el centro de la Semana más hermosa del año: la semana de Pasión. Aún no se ha derramado una gota de cera sobre el sudario inmaculado de la ciudad. Los capirote están intactos, esperando el ruán o el terciopelo que cubra el rostro donde se adivinan las ansias y el miedo. Los vencejos están esperando la señal divina para pespuntear el aire con el chillido de su vuelo. En el cristal del aire, ansias de la luz absorbente del Domingo de Ramos y miedo a la tristeza amarilla que recubre la carcasa del Viernes Santo, cuando el Sagrario está vacío y Dios ha desaparecido del mundo».
Pero no hay que olvidar las marchas procesionales: «Coronación de la Macarena», «La Salvación», el trío de «Soledad» con «Estrella Sublime», y un estreno de música de capilla, «Vera Cruz», cuya partitura le fue entregada al hermano mayor de la corporación del Lunes Santo, Francisco Berjano.
Un suspiro
Pero todo ello no hace olvidar el verdadero y auténtico significado de este número especial de Semana Santa de «Pasión en Sevilla»: mostrar a través de la palabra y las imágenes la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo según Sevilla. Por eso sonó «Suspiros de España» para que Francisco Robles —que al principio de su intervención agradeció a La Caixa su patrocinio en la web pasionensevilla.tv y a la Cruzcampo «por acoger el acto»— englobase todo bajo la mirada del Cachorro —«Un suspiro»—, cuyo rostro sobrecoge en la portada de este número especial: «no hay mejor alegoría de la vida que ese Crucificado con cara de alfar y manos de bronce, ese Cristo forjado en la fragua del tiempo que mira a los cielos imposibles de Triana».
Fue claro el director de la publicación al señalar que «se nos ha ido la Cuaresma y estamos en el centro de la Semana más hermosa del año: la semana de Pasión. Aún no se ha derramado una gota de cera sobre el sudario inmaculado de la ciudad. Los capirote están intactos, esperando el ruán o el terciopelo que cubra el rostro donde se adivinan las ansias y el miedo. Los vencejos están esperando la señal divina para pespuntear el aire con el chillido de su vuelo. En el cristal del aire, ansias de la luz absorbente del Domingo de Ramos y miedo a la tristeza amarilla que recubre la carcasa del Viernes Santo, cuando el Sagrario está vacío y Dios ha desaparecido del mundo».
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