San Esteban abierta, patio del pretorio sin Pilato, para que los fieles puedan acercarse al Ecce Homo justo antes de que salga a la calle de la Amargura, una respiración para tomar la Cruz, a un filo de segundo del Calvario. El Señor entorna los ojos y llora, manso, conmovedor, resignado al dolor y a la muerte que se ha ido acercando en cada latigazo, en cada burla cruel. Viste la clámide púrpura, sostiene en sus manos la caña del escarnio y la corona de espinas va marcándole la frente, puntada a puntada con una letanía de oraciones musitadas. El Señor de la ventana nos mira el alma que habrá de detener su prisa y su ignorancia. Salud y Buen Viaje para el camino a la vida.
Texto: Aurora Florez. ABC de Sevilla. 9 de Marzo 2011
Fotografía: José Javier Comas Rodríguez
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