Los ojos entrecerrados, la boca entreabierta, las manos agarrotadas, la corona de espinas... ayer se quedaron doliendo en las puntas de los dedos de esos ojos del corazón que nombró el hermano mayor, Francisco Berjano, de los ciegos, que sintieron suya la capilla y que acunaron la muerte del Cristo de la Vera Cruz junto a su piel. La Virgen de las Tristezas, desde su paso, les tendió su amor de Madre que sabe de pérdidas y que dona esperanzas para seguir viviendo. Hubo tanto amor en el espacio espeso del rito y la tradición, tanta emoción, tanta cercanía de almas, que los hachones se prendieron para siempre con una luz de mundo infinito, igual para todos.
Texto: Aurora Florez. ABC de Sevilla. 14 de Abril 2011
Fotografía: José Javier Comas Rodríguez (un grupo de ciegos visitan al cristo de la Vera Cruz)
1 comentario:
Clamor infinito a la Cruz de Cristo tiene estas cosas...
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