Un instante que puede resumir toda una vida. Una foto que bien vale un tesoro. El hombre abre sus ramas como un árbol centenario que ha visto crecer generaciones de personas a la sombra de su espigada silueta. Pasarán los años. Los álbumes del recuerdo se despolvarán del altillo para volver a ver ese instante que un día viviste y tu mente no llega a recordar. Papel convertido en sepia. El brillo será mate como la infancia que perdiste. El árbol seguirá inalterable mientras tus ramas siguen creciendo...
Fotografía: José Javier Comas Rodríguez
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