Recién entrada la primavera en el almanaque, con el impacto una luna llena de millones de años asustando, alucinando a los gatos y a las gentes, y una marea que juega a retraerse, como si fuera a tragarnos de golpe en su próximo empate… pero sigue moviéndose el mundo, lento, rápido, ajeno, dañino. Sólo hay quietud y silencio de pájaros en el cementerio, donde un Cristo sin paso llama desde el camino a mausoleos y cipreses con sombras que nos lamen el cuerpo entre resoles. Lápidas, recuerdos, lágrimas, flores muertas, nichos rotos, cal blanca de gitana, luto que ribetea la vida con un fino filo de estampa. Cristo ya no lloraba miel en el camposanto.
Cristo de las Mieles, Antonio Susillo. Cementerio de San Fernando, Sevilla.
Texto: Aurora Florez. Diario ABC de Sevilla. 22 de marzo 2011.
Fotografía: José Javier Comas Rodríguez
1 comentario:
no es el cristo de las mieles por su llanto sino por su la miel que brotaba de su boca antes de estar dentro del cementerio. Justo a la derecha se encuentran mis abuelos... ÉL los protege, así que me encanta esta foto
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