Cuando los mudéjares amasaban aquel barro de Triana para levantar Santa Inés de ladrillo, la sangre de Sor Rebeca adoraba a una serpiente emplumada en un mundo que no lo era. Hoy esos muros acogen sólo dieciocho presentes donde caben varios siglos pasados. En la clausura reposan las horas, rescatadas intactas, creciendo consigo mismas, como árboles cuajados del más sabroso fruto, por inadvertido. Que pocos lo sepan viene a ser lo mejor de lo bueno. Tal como la jungla es hermosa por impenetrable, la ciudad se gusta por desconocerse y guardarse secreta, allá donde sólo permite entrar su propia luz.
Publicado en el número 41 de la revista “Pasión en Sevilla”, del jueves 3 de Noviembre.
2 comentarios:
Una vez más me sorprende Antonio.
Muy bueno
Impresionante la foto y las palabras de Cattoni. Espero que me llegue pronto la revista a Zaragoza para poder leerla. Un fuerte abrazo desde el blog de la Tertulia Cofrade Cruz Arbórea. http://tertuliacofradecruzarborea.blogspot.com/
Publicar un comentario