Ahora la luz torna a tenebrismo. Las formas bajas se acentúan con el cambio de posición del foco lumínico. Sigue siendo la imagen que antes Caravaggio imaginara, ahora su muerte es palpable en una mera instantánea. La dulzura de sus huesos y el policromatismo de su piel es ahora naranja en brazos y piernas. El fondo y el contenido sigue siendo la perfección obtenida, aquí la magia la impone la luz.
Nota: Cristo de la Buena Muerte, hermandad de los Estudiantes de Sevilla (Juan de Mesa 1620).
Fotografía: José Javier Comas Rodríguez
4 comentarios:
Preciosa la iluminación de la toma.
Un saludo.
¡Precioso!Un fuerte abrazo desde el blog de la Tertulia Cofrade Cruz Arbórea.
http://tertuliacofradecruzarborea.blogspot.com/
Tu trabajo es exquisito. Felicidades, porque lo bello, como decía Platón, pocas veces escapa del mundo de las ideas.
Saludos.
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