Un día pensamos que el verano terminaría por cerrar sus
puertas ante el ambiguo otoño y que no dejaría ver sus vivos rayos donde el
humano no pueda cobijar sus pensamientos. Todo termino a los ojos de las
personas que vivieron meses felices y vieron terminar el estío de la forma más
dulce que jamás imaginarían. Ayer la amargura del momento se convirtió en luz
de tarde, en ocaso divino mientras almas anónimas apenas entendían lo que allí
sucedía. Dulce sol de la tarde que jamás quisiste dejarla. Dicen que La sombra
no existe; lo que tú llamas sombra es la luz que no ves. Ayer, tu sombra fue las
más perfectas de todas las luces.
Fotografía: José Javier Comas Rodríguez